1. Dije Yo: «Sí, Mis amados hijos, pero debido a vosotros mismos no es tan fácil como pensáis; sin embargo, debido a que también os lo he prometido, todos vosotros también debéis ver al único Dios verdadero. Pero antes debo advertiros que no lo deis a conocer lo que habéis visto antes de que haya pasado un año completo».
2. Todos Me lo prometieron de la manera más solemne.
3. Y luego Yo dije además: «¡Pues bien, escuchadme y abrid bien los ojos y el corazón!
4. ¡Yo Mismo, el que os habla ahora, soy Aquel que fue anunciado por los profetas a los hombres! Me complació, según Mi discernimiento eterno, venir como un ser humano de carne y hueso para estar entre los hombres errantes y languidecientes en la antigua noche del pecado y ser como una luz más brillante y vivificadora y para redimirlos del duro yugo del juicio. y muerte eterna.
5. Y Yo no sólo vine a los judíos, que desde el principio eran el pueblo del único Dios verdadero y todavía se llaman a sí mismos así, —aunque muchos de ellos se hayan convertido desde hace mucho tiempo en un pueblo del infierno a causa de sus malas obras—, sino también vine a los paganos, que si bien también descienden del mismo primer hombre sobre esta tierra, pero que con el transcurso del tiempo se han dejado tentar por las atracciones del mundo de tal manera que se apartaron del único Dios verdadero, y dejaron de reconocerle, y luego ellos mismos se crearon dioses de la materia muerta y perecedera de acuerdo con su lujuria y placer, y después los reverenciaron y adoraron, como sigue siendo el caso en la actualidad, y como bien lo sabéis.
6. Para que también los paganos reconozcan que la Verdad eterna y vivísima existe sólo en Dios, vine a los paganos y les devolví la luz de la vida, perdida hace mucho tiempo, y así también la vida eterna.
7. Yo mismo soy la Luz, el Camino, la Eterna verdad y la Vida. Todo aquel que cree en Mí y vive según Mi enseñanza, ya tiene Vida eterna dentro de sí y nunca verá ni sentirá la muerte aunque su cuerpo muera mil veces; porque el que cree en Mí, guarda Mis Mandamientos y por eso Me ama sobre todo, él está en Mí y Yo espiritualmente en él. Pero en quien Yo estoy, en él también está la Vida eterna.
8. Y así os acabo de mostrar pues al único y verdadero Dios, como os prometí de antemano. ¡Y ahora examinaos vosotros mismos si también creéis esto! Sí, ahora vosotros también creéis esto, pero permaneced también en esta creencia como verdaderos héroes, y no dejéis que nadie os aleje de ella, entonces viviréis, y el poder de Mi voluntad estará y permanecerá en vosotros. ¡Qué así sea y permanezca!».
9. Cuando dije esto a los gentiles presentes, fueron sobrecogidos por un profundo estremecimiento de temor, y nadie se atrevió a hablar una palabra.
10. Pero Yo dije con voz amistosa: «¡Hijos, recuperad el buen ánimo! Como el Padre más verdadero de todos los hombres, ¿realmente Me veo tan terrible que ahora os estremecéis ante Mí?
Ved, nada es ciertamente imposible para Mí, porque toda Fuerza, Poder y autoridad en el Cielo y en la Tierra están en Mí, —¡pero Yo no puedo hacer que Yo sea lo que soy, y vosotros no, lo que sois! Yo soy lo que soy, fui y seré de eternidad en eternidad, y vosotros también seréis y permaneceréis siendo los mismos.
Si ahora Yo os llamo Mis amados Hijos, entonces sois de la misma naturaleza que Yo, y si vivís y obráis según Mi Enseñanza y por tanto según Mi Voluntad, entonces verdaderamente no seréis menos perfectos que Yo mismo, y podráis hacer las mismas señales que Yo hago.
Porque, ¿qué alegría podrían dar los hijos imperfectos a un Padre perfecto? ¡Por eso abandonad vuestra reverencia exagerada hacia Mí, y en cambio tened plena confianza y amor por Mí, y seréis mucho más agradables, placenteros y valiosos para Mí!
11. ¡En verdad, quien Me ama, no tiene por qué temerme! Porque aquellos que temen demasiado a Dios, en primer lugar, nunca lo han reconocido verdaderamente, y su corazón todavía está lejos de Su Amor, y en segundo lugar, esos hijos demasiados temerosos también corren el peligro autoinfligido de extraviarse en su creencia y reconocimiento, porque el temor debilita el coraje y la voluntad de acercarse a Mí en el corazón tanto como sea posible y, por lo tanto, también para ser iluminado por Mí en toda la verdad de la vida. ¡Cuando hayáis comprendido esto, dejad de tener miedo de Mí y vestíos de amor y de la más completa confianza infantil en Mí!»
12. Habiéndoles dicho tales cosas, el temor idólatra abandonó sus corazones, y comenzaron a alabarme y glorificarme con más confianza, y el amor empezó a despertar cada vez más en sus corazones.
Pero todavía no confiaban realmente en la tranquilidad del momento, porque sus conceptos de inexorabilidad y poder eterno y severidad de un dios, que habían cultivado durante mucho tiempo por el paganismo, no querían ni podían borrarse tan pronto.
Pero después de una hora, durante la cual Me quedé en la posada, todos se volvieron confiados, y todavía les di muchas lecciones, que fortalecieron y afianzaron su amor por Mí.
Fuente: Gran Evangelio de Juan, tomo 9, capítulo 4, recibido por Jakob Lorber.